✉️ 1. Carta sin destinatario (voz de Silvia)
Escribí una carta como si fueras Silvia, pero sin dirección ni destinatario concreto. La carta puede estar dirigida “a vos” o “a nadie”, y debe expresar las emociones contradictorias que siente ante el hombre que le recuerda a su ex: la atracción, la confusión, la culpa, la sensación de estar “volviendo” a algo que no termina de entender. Podés incluir recuerdos entrecortados, dudas, frases sin terminar.
Condiciones:
Mínimo 2 páginas.
Debe aparecer al menos una alusión indirecta a su marido y una escena con el hombre.
Título sugerido: “Escrito entre dos vidas”
📖 2. Página de diario íntimo (voz de Nidia)
Imaginá que Nidia, después de una de las conversaciones con Luci, escribe una página en su diario personal. Allí reflexiona no solo sobre la historia de Silvia, sino también sobre lo que le pasa a ella al escucharla. Puede aparecer su cansancio, su manera de entender el deseo, la vejez, el tedio o la melancolía del atardecer.
Condiciones:
Usar primera persona.
Mínimo 2 páginas.
Incluir una frase recordada de Luci como disparador de la reflexión.
🎨✏️ 3. Dibujo verbal + nota breve (Luci)
A partir de la descripción de Luci sobre el “páramo” y la casa-espejismo, imaginá que ella hace un dibujo en su cuaderno (no se pide que lo dibujes), y que luego escribe al pie una nota personal donde explica por qué quiso dibujarlo, qué le evoca, qué conecta de esa imagen con su presente.
Condiciones:
Describí el dibujo con palabras en un párrafo (como si alguien lo viera).
Luego, escribí una nota reflexiva de Luci (1 página y media aprox.) sobre ese paisaje y lo que representa para ella.
Título sugerido: “Una casa que no estaba”
📝 4. Diálogo ficticio entre Nidia y Silvia (imaginado por Luci)
Imaginá que Luci, después de contar la historia de Silvia tantas veces, se pregunta cómo habría sido una conversación entre Silvia y Nidia. Entonces la inventa. Escribí ese diálogo breve entre ambas mujeres: una contando su experiencia con el hombre del hospital/consulado, la otra reaccionando desde su forma de pensar, más directa, más concreta, más inquisitiva.
Condiciones:
2 páginas en total, aprox.
Las voces deben diferenciarse claramente.
Puede haber tensión o malentendidos sutiles.
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Resumen
Resumen
Análisis alegórico general de Cae la noche tropical
1. El atardecer como metáfora vital
Desde su título, Cae la noche tropical propone un marco simbólico de declive, fin de ciclo y tránsito hacia la oscuridad. El atardecer —presente de manera literal y figurada en varias escenas de la novela— funciona como una alegoría del tramo final de la vida. Luci y Nidia, las hermanas protagonistas, son mujeres mayores que han atravesado ya sus pasiones, sus duelos, sus trabajos, sus hijos, y se encuentran ahora en un momento de vida caracterizado por la quietud, el recuerdo y la contemplación. Como el atardecer, sus días tienen aún belleza y luz, pero esa luz es oblicua, más frágil, más nostálgica. Habitar ese tiempo es aceptar el desvanecimiento, pero también el sosiego.
2. La oralidad como forma de supervivencia
La estructura misma de la novela —una larga conversación, en estilo directo, sin narrador— constituye una alegoría del lenguaje como forma de permanecer. En lugar de aferrarse a grandes gestos, a viajes o aventuras, las protagonistas conversan. A través del relato, del recuerdo y de la escucha, crean un mundo compartido donde la experiencia —propia o ajena— sigue viva. La voz es aquí vehículo de transmisión afectiva, cultural y existencial. La historia de Silvia, por ejemplo, se convierte en una llama que va pasando de boca en boca: de Silvia a Luci, de Luci a Nidia, y luego al lector. Esa cadena de oralidad simboliza cómo las emociones pueden persistir más allá del instante que las originó.
3. Silvia como alegoría del deseo que persiste
El personaje de Silvia —psicoanalista, argentina, joven aún, inquieta, atrapada entre el pasado y una promesa incierta— funciona como alegoría del deseo que se niega a desaparecer. En una novela dominada por mujeres mayores, Silvia encarna la vitalidad todavía activa, la complejidad de los sentimientos que no envejecen con el cuerpo. Su atracción por un hombre que le recuerda a un exnovio, y su lucha entre fidelidad conyugal y pulsión interna, simbolizan la tensión entre lo vivido y lo posible. Silvia no es simplemente un personaje más: es una figura espejada de lo que Luci y Nidia alguna vez fueron, y también del anhelo que todavía palpita en ellas, aunque ya no en carne propia.
4. El “páramo” como imagen existencial
En el capítulo 2, Ignacio utiliza la palabra “páramo” para describir su presente. Luci, al recordar los paisajes grises y solitarios de los páramos ingleses, abre una poderosa dimensión alegórica. El páramo es la intemperie: un espacio sin refugio, sin afecto, sin promesas. En términos vitales, es el lugar de la pérdida, del desamor, de la espera sin horizonte. Pero también es, en Puig, un paisaje estético, casi sublime. Esta doble dimensión —hostilidad y belleza— lo convierte en una alegoría del estado del alma cuando ha quedado fuera del circuito del deseo, pero todavía guarda capacidad de resonar con la poesía del mundo.
5. La memoria como archivo vivo
La novela está atravesada por recuerdos: amores pasados, viajes, libros, películas, frases. La memoria no es aquí un simple repaso nostálgico, sino una forma activa de habitar el presente. Luci, especialmente, reconstruye escenas con detalle, hilvana asociaciones, rescata imágenes que han quedado en su interior como testigos de una vida. Esta operación, sostenida a lo largo del texto, puede leerse como una alegoría del cuerpo que envejece pero resiste a través del recuerdo. El pasado se vuelve materia viva en la conversación, y su presencia demuestra que, aunque las protagonistas ya no participen del torbellino del mundo, no han dejado de vivir en su interior.
6. La casa como refugio simbólico
El departamento en Río de Janeiro donde viven Luci y Nidia es el espacio donde se desarrolla casi toda la novela. Esa casa cerrada al bullicio del mundo, donde se escucha música, se ve televisión, se recuerda y se conversa, funciona como una alegoría del refugio, pero también del retiro. No es un encierro melancólico, sino una forma de habitar el presente sin exponerse al dolor innecesario. Es un útero simbólico donde las palabras tienen tiempo de crecer, donde el afuera aparece filtrado por la ventana o la evocación. Esa domesticidad es también una afirmación: hay belleza en la reclusión si hay compañía, escucha y narración compartida.
7. La noche tropical como clima emocional
La “noche tropical” del título no es solo un dato geográfico. Es una metáfora del entorno sensorial en que se mueven los personajes: calor, humedad, lentitud, sombra, música lejana. Este clima sensorial acompaña la cadencia de la novela y también simboliza una forma de percepción: más difusa, más sensitiva, más atenta a lo sutil que a lo grandioso. En esa noche, los recuerdos emergen como luciérnagas: no iluminan todo, pero dan señales. Lo tropical añade a esa noche una textura particular: no hay frío ni aridez, sino densidad, vida latente, latido escondido. En clave alegórica, este entorno representa una subjetividad madura, en la que ya no se busca el pleno día, sino que se aprende a habitar las sombras con ternura y conciencia.
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Material complementario
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