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45. Cosmovisión de ruptura y experimentación



El club de las poetas muertas… pero muy vivas
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La tercera unidad de sexto año en Literatura se organiza en torno a la cosmovisión de ruptura y experimentación. Este eje invita a leer la poesía no como continuidad de tradiciones fijas, sino como un gesto de fractura: una forma de quebrar moldes expresivos, ensanchar los límites del lenguaje y abrir nuevas zonas de experiencia estética.

En Esta es mi Storni, Alfonsina se distancia de los estereotipos femeninos de su época y experimenta con una voz lírica que oscila entre la intimidad y la denuncia social, entre la ironía y la ternura. Con Alejandra Pizarnik, especialmente en Árbol de Diana y Los trabajos y las noches, la ruptura se intensifica: la palabra se vuelve mínima, fragmentaria, a veces un susurro o un grito que indaga la imposibilidad de decir, y a la vez la urgencia de hacerlo. En Idea Vilariño, con En lo más implacable de la noche, el amor y la pérdida se exploran desde una intensidad despojada, con una experimentación que consiste en la desnudez del lenguaje y en la radical sinceridad que bordea lo insoportable.

Estas tres poéticas, diferentes en tono y en contexto, se enlazan en un mismo gesto: el de romper con las certezas del lenguaje y del mundo, para experimentar otras formas de decir, de pensar y de sentir. La ruptura no es mero rechazo: es apertura. Y la experimentación, lejos de ser un juego vacío, se convierte en un modo de habitar críticamente la existencia.

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En Esta es mi Storni, la ruptura se manifiesta en la apropiación de una voz femenina que no teme ironizar sobre el amor romántico, cuestionar los mandatos de género y exponer las contradicciones de la sociedad. Su escritura no es una mera prolongación del modernismo ni una sumisión al canon masculino: Storni se vale de esos recursos para tensionarlos, para abrir grietas en un lenguaje poético que parecía cerrado. Su experimentación aparece tanto en el uso de la primera persona, que se vuelve confesional sin perder fuerza crítica, como en la capacidad de combinar lo íntimo y lo público, lo personal y lo político, en un mismo tono. El resultado es una poesía que no se conforma con retratar sentimientos, sino que los convierte en materia de combate literario y social.

En Alejandra Pizarnik, la ruptura se da en un plano más radical: el de la lengua misma. En Árbol de Diana y Los trabajos y las noches, cada poema condensa un universo en apenas unos versos. La experimentación se nota en la condensación extrema, en la musicalidad del silencio, en la elección de imágenes que rompen con la lógica narrativa para abrir la percepción hacia lo onírico y lo abismal. Pizarnik explora la imposibilidad de nombrar y, al mismo tiempo, la necesidad urgente de hacerlo: escribe desde el borde del lenguaje, desde ese lugar donde el decir se vuelve casi imposible. Su poesía es ruptura en la medida en que destruye las formas tradicionales del poema largo o descriptivo, y es experimentación porque se atreve a volver cada palabra un núcleo de intensidad, un relámpago que ilumina y quema a la vez.

En Idea Vilariño, con En lo más implacable de la noche, la ruptura no aparece en juegos formales estridentes, sino en una búsqueda de depuración extrema: la palabra justa, seca, desnuda. Su poesía experimenta en el límite de lo que se puede decir del amor y la pérdida, con un lenguaje que no admite ornamentos. Allí la ruptura está en la decisión de despojar al poema de todo artificio, quedándose con lo esencial: una voz que duele, que insiste, que se obstina en nombrar el vacío. La experimentación es, entonces, la valentía de sostener esa desnudez sin concesiones, la radicalidad de decir lo que duele sin maquillajes ni eufemismos.

Así, Storni, Pizarnik y Vilariño —con sus diferencias de tiempo, estilo y sensibilidad— se reúnen en este eje porque sus obras trazan un mapa de ruptura y experimentación en la poesía rioplatense y latinoamericana. No buscan un camino seguro: se arriesgan, incomodan, reinventan el decir. Esa actitud, más que un gesto literario, es también una forma de entender el lugar del arte y de la palabra en el mundo: el de abrir fisuras, cuestionar lo establecido y ensayar nuevas formas de verdad.


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