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Mostrando las entradas de julio, 2020

36. El matadero (Esteban Echeverría) / TP 5

El matadero Esteban Echeverría Cliquear en la imagen para acceder a la obra ☝ * La pedagogía del espanto El relato alcanza su clímax. No hay necesidad de mostrar lo explícito: el lector ya entiende que el horror se ha consumado. Pero lo que Echeverría subraya, con precisión quirúrgica, es que no asistimos simplemente a una muerte, sino a una lección. No hay castigo “justiciero”, ni juicio verdadero, ni delito cometido: hay un acto ejemplificador. El matadero —esa institución brutal disfrazada de costumbre— se revela como aparato político y cultural, cuyo verdadero fin no es alimentar, sino aleccionar. Se mata para enseñar. La víctima, aunque se mantiene anónima, se vuelve figura universal. No es él quien importa —ni su historia, ni sus ideas—, sino lo que representa: un sujeto que no se somete. Y eso basta para convertirlo en enemigo. En ese sentido, esta última parte del cuento no cierra como un desenlace narrativo clásico, sino como una revelación alegórica: el matadero no es el luga...

35. El matadero

El matadero Cliquear en la imagen para acceder a la historieta de Enrique Breccia, basada en el cuento de Echeverría ☝ El ritual del sacrificio La víctima ya fue identificada. El matadero, ahora, se vuelve escenario litúrgico: todo se organiza para su sacrificio. La violencia no es improvisada ni ciega. Hay un orden, una ceremonia, una estructura perversa en la que cada rol está definido: el juez preside, Matasiete ejecuta, la chusma aplaude. Y el lenguaje se transforma: lo que era juego se vuelve tortura; lo que parecía chiste, ahora es amenaza directa. Todo está orientado a quebrar no solo el cuerpo del joven unitario, sino su dignidad. En esta escena, Echeverría logra una fusión perfecta entre realismo crudo y alegoría política. No estamos simplemente ante una golpiza: estamos presenciando la puesta en acto de un sistema. Lo que ocurre en la casilla —ese lugar que antes servía para cobrar impuestos y ahora aloja tormentos— es la representación del Estado autoritario en su forma más ...

34. El matadero

El matadero La aparición del Otro Llega, por fin, “el unitario”. No tiene nombre propio, pero su figura irrumpe con una claridad simbólica inmediata. No hay presentación directa: hay un grito que lo señala. Y ese grito —“¡Allí viene un unitario!”— opera como una contraseña colectiva que activa la maquinaria de violencia del matadero. La reacción es automática, ritual: insultos, risas, provocaciones. Ya no se trata de un toro: se trata de un ser humano, identificado como “enemigo” por su ropa, por su modo de montar, por no llevar divisa. En esa escena, lo que aparece no es sólo un personaje, sino la figura completa del Otro: aquel que, por existir, pone en evidencia el fanatismo del grupo. Alegóricamente, este joven no representa solo a un partido político. Es la figura de la disidencia, la libertad individual, la razón o la dignidad en medio de un mundo embrutecido. En un contexto como el del matadero, donde todo está contaminado por la obediencia ciega y la complicidad feroz, la mera ...

33. El matadero

El matadero El toro como figura De pronto, un toro. No cualquier animal: uno que desafía el lodo, la docilidad, la rutina del degüello. Este episodio, en apariencia anecdótico, es uno de los momentos más cargados de sentido simbólico de toda la obra. El toro —aún sin nombre— irrumpe en el matadero como una anomalía: no se deja enlazar, no se rinde, no encaja. Es otra cosa. Su sola presencia trastorna el orden establecido y provoca una serie de reacciones desmedidas que delatan algo más profundo que el miedo: delatan el odio hacia aquello que no se somete. La escena se desarrolla con un ritmo vertiginoso: el animal es perseguido, acorralado, enfrentado con brutalidad. Pero en esa violencia hay una confesión involuntaria: el matadero, tan seguro de sí mismo, no tolera la diferencia. Todo lo que no se entrega mansamente al sacrificio debe ser destruido. Alegóricamente, el toro es una figura que desborda su condición animal. Puede leerse como el individuo libre, como el pensamiento disiden...